Por Ayelén Valdovino
Esta historia transcurrió en un hospital de Bahía Blanca, en invierno. Una chica llamada Gabriela había sufrido un grave accidente automovilístico. Su familia temía por su vida. Después de dos semanas, su situación era la misma. "Lo único que podría salvarla es un milagro"-comentaron los médicos- "Cayó en coma profundo, veremos si soporta una operación más".
Esa noche, Gabriela estaba como siempre: dormida, pero lograba mover su mano derecha muy despacito. En un momento, comenzó a nevar y, de repente, se cortó la luz. Diez minutos más tarde volvió, y los médicos fueron a ver a Gaby. La encontraron sentada, al pie de la cama, cantando una canción de cuna. Estaba espléndida y aseguró haber visto a una mujer de cabellos largos que tenía un bebé que lloraba mucho. Los dos (la mujer y el niño) estaban envueltos por una luz blanca.
Los médicos no se lo podían explicar, pero la habitación de Gaby estaba al lado de la sala de maternidad.
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